Recorrer la Ruta 66 al volante de un coche clásico es mucho más que un viaje; es una inmersión en la historia del automóvil, del turismo americano y del espíritu de libertad que han convertido esta carretera en un icono mundial.

Conocida como “La Carretera Madre”, la Ruta 66 atraviesa Estados Unidos desde Chicago hasta Santa Mónica, ofreciendo más de 3.900 kilómetros de asfalto, paisajes cambiantes y un sinfín de experiencias para quienes disfrutan de la conducción.

Conducir un coche clásico por esta ruta añade una dimensión extra al viaje. Cada rugido del motor, cada marcha engranada y cada parada en un motel o gasolinera de época se convierten en pequeños rituales que conectan al conductor con la esencia del automovilismo y con la historia de la carretera misma.

Chicago, punto de partida de la aventura por la Ruta 66

El viaje comienza en Chicago, la ciudad que da origen a la mítica carretera. Sus avenidas amplias y su arquitectura icónica contrastan con la tranquilidad de las carreteras secundarias que pronto dominarán el recorrido.

Aquí, la planificación es clave, comprobar el estado del vehículo, revisar la mecánica y asegurarse de que el seguro para coches clásicos cubre todo el trayecto son pasos esenciales antes de arrancar.

El primer tramo ofrece una sensación de anticipación única. A medida que el coche abandona la ciudad, los suburbios dan paso a paisajes rurales, campos de maíz y pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo.

Cada parada invita a descubrir cafés tradicionales, tiendas de souvenirs vintage y murales que celebran la historia de la Ruta 66. En un coche clásico, estos momentos se sienten más auténticos, como si el tiempo avanzara al ritmo del motor.

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Kansas, Oklahoma y Texas, corazón del medio oeste

Los siguientes estados ofrecen una combinación de carreteras rectas, horizontes infinitos y un aire de aventura pura. Conducir un vehículo clásico por estos paisajes permite disfrutar de cada curva y cada tramo recto sin la presión del tráfico moderno. La sensación de libertad se intensifica, y cada parada en un restaurante histórico o en una gasolinera restaurada se convierte en una experiencia memorable.

Es en esta parte de la Ruta 66 donde la autenticidad del coche clásico se aprecia más. El vehículo, sin ayudas electrónicas modernas, requiere atención y habilidad al volante, haciendo que el viaje sea más sensorial y gratificante. Cada milla recorrida refuerza la conexión entre conductor y máquina, y entre ambos y la carretera que ha marcado la historia del automóvil americano.

Nuevo México y Arizona, paisajes de película

A medida que la Ruta 66 se adentra en el suroeste, los paisajes se transforman. Desiertos, cañones y formaciones rocosas monumentales crean un escenario que parece sacado de una película de Hollywood. Conducir un clásico en estas carreteras es un privilegio: la combinación de cielos amplios, horizontes despejados y la cadencia de un motor antiguo genera una experiencia que pocos trayectos pueden ofrecer.

Los pueblos de esta zona conservan moteles de época, neones originales y talleres donde aún se respira el espíritu de los años dorados de la Ruta 66. Cada parada es una oportunidad para tomar fotografías, charlar con locales o simplemente sentarse a contemplar el entorno. La ruta invita a disfrutar de la carretera tanto como del destino, y en un coche clásico esa sensación se multiplica.

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California, llegada a Santa Mónica

El tramo final recorre California, donde el paisaje cambia de desierto a colinas y costa. Llegar a Santa Mónica, con su icónico muelle y su ambiente marítimo, es un momento de celebración. Después de miles de kilómetros, el coche clásico ha demostrado su resistencia y carácter, y el conductor ha compartido con él cada instante de la aventura.

Al final del viaje, queda la satisfacción de haber recorrido un trayecto lleno de historia, emociones y paisajes inolvidables. Conducir un coche clásico por la Ruta 66 no es simplemente llegar a un destino: es vivir un viaje que combina nostalgia, placer de conducir y un contacto directo con la esencia de la carretera americana.

Consejos para disfrutar la Ruta 66 en coche clásico

Para que la experiencia sea inolvidable, conviene tener en cuenta algunos aspectos. Al ser una ruta por Estados Unidos, lo mejor es alquilar allí un coche clásico para poder recorrer alguno de sus tramos.

Lo mejor es planificar las etapas, respetando el ritmo del vehículo clásico y dejando tiempo para disfrutar del entorno.

En definitiva, la Ruta 66 es más que una carretera; es un símbolo de libertad, historia y aventura. Recorrerla en un coche clásico convierte cada tramo en una experiencia épica, donde el vehículo se convierte en protagonista y la conducción en una forma de arte. Desde Chicago hasta Santa Mónica, esta ruta ofrece paisajes, pueblos, moteles y anécdotas que quedan grabados en la memoria de cualquier amante de los coches clásicos. Si buscas vivir un viaje que combine historia, autenticidad y emociones al volante, la Ruta 66 es, sin duda, la escapada clásica por excelencia.

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